domingo, diciembre 12, 2010

Abismo

Cuando se dieron cuenta, ya habían perdido una palabra.
No sabían bien cuál era, pero les faltaba.
.
Quizás fue alguna conjunción, porque en estos casos son fundamentales.
.
Pasaron los días.
.
Su vocabulario se redujo notablemente.
.
Monosílabos y frases de 3 palabras cuando mucho.
.
Llegó el silencio.
.
El silencio incómodo.
.
Los ojos comenzaron a mirar hacia otra parte.
.
Los pensamientos vagaron lejanos y distantes.
.
Las palabras perdidas nunca regresaron.
.
Cuando volvieron a hablarse, ya no tenían nada que decirse.
.

miércoles, diciembre 01, 2010

Zapatos perdidos

Última


Dormía en muchas partes y vivía en la calle. Me había convertido en una especie de vivienda ambulante. En una mochila llevaba en hombros todo lo necesario para sobrevivir en cualquier parte de la ciudad, de cualquier ciudad. Una muda completa de ropa, algún refrigerio, un pequeño botiquín, paraguas, libros, música, cosméticos, artículos de aseo personal, cargador del celular, etc. De forma que siempre tenía lo necesario en caso de emergencia o podía pernoctar en uno u otro sitio según fuera el caso. Dormí en casa de familiares, amigas, amigos, amigos de amigas y amigas de amigos, incluso alguna vez me dio hospedaje una desconocida de 90 años. Dormí en muchas ciudades, pueblos y países.
.
No es que estuviera propiamente de viaje, simplemente era nómada.
.
Trabajaba en una ciudad, hacía ejercicio en otra y estudiaba en otra. Mis amigos estaban en todas partes, pero solían divertirse en otros lugares. Siempre estaba caminando, siempre en las calles. Como me sabía bien el dicho de "el muerto y el arrimado..." procuraba ser un huésped invisible. No tocaba nada, no ensuciaba nada, salía temprano y regresaba tarde, con tal de que casi no se notara mi presencia. La verdad, tuve suerte. Siempre me sentí bienvenida en todos los lugares en que me quedé, incluso había veces que me extrañaban.
.
Era frecuente que al despertar no supiera dónde había dormido o que al llegar la noche no supiera dónde iba a dormir. Una vez tuvo que apiadarse de mi el encargado de un hostal que estaba lleno, me dejó quedarme en el sillón de la recepción con tal de que me fuera antes de las 7 am.
.
Así me las gastaba.
.
Esta vida tenía sus complicaciones. Frecuentemente tenía varios tipos de eventos en el día y tenía que preparar ropa cómoda para trasladarme, ropa de etiqueta para un evento serio, libros para mis clases y comida para los huecos. Las cosas a veces se ensuciaban, arrugaban, chorreaban o deshojaban. La espalda siempre me dolía, todo lo llevaba encima. De cuando en cuando reposaba en un parque o en una banca de iglesia antes de ir al siguiente lugar, o me pasaba un par de estaciones en el metro con tal de seguir un poco más sentada.
.
En esta ocasión me habían invitado a un evento importante el fin de semana y tenía algunos otros antes, así que llevaba unos zapatos finos además de mis eternos adidas ya sin suela. Esos días me quedaría en casa de una tía, así que podría dejar parte del cargamento en su casa y andar un poco más ligera por todas partes. Asistir al evento me complicaba un poco otras cosas pero quería ir, quería conocer gente diferente, el tema del evento me parecía atractivo y quién sabe... algo podría pasar.
.
Y pasó.
.
Un par de días antes revisaba mi atuendo para la ocasión y me di cuenta de que faltaban los zapatos. Era imposible, recordaba haberlos puesto, pues la decisión de qué zapatos llevar es difícil, suelen ser pesados y ocupan mucho espacio. Había optado por unos que se veían interesantes para una situación informal y un poco casuales para una formal, pero iban bien con todo. Eran buenos zapatos, se podía caminar a gusto y lucían, aunque eran un poco pesados. Me habían costado no tan poco dinero y no estaban. Todo se volvió nebuloso, no recordaba si los había metido o no, o si los había sacado de la maleta para acomodar algo más en casa de un amigo y los dejé fuera, si días antes los había sacado en casa de mi tía y no recordaba donde los puse... podían estar en la escuela de música, en la biblioteca de estéticas, en casa de Juancho, en un parque, en un restaurante, en una cafetería, en el metro, en el camión, en casa de mis padres, en casa de mi tía, en el metrobús, en el estudio de yoga, en casa de Aline, en el autobús foráneo, en el auto de Alicia, en la sala de coro.... y tantos lugares más que podría enloquecer sólo por tratar de nombrarlos todos.
.
Decidí no ir al evento. No podía ir formal con mis tenis gastados, e informal no podría entrar.
.
Pero, quería ir.
.
Había decidido ya que iría.
.
Pero no tenía zapatos.
.
No podía ir así.
.
Pedí zapatos prestados, ninguna mujer conocida calzaba del seis y medio.
.
Podría comprarme un nuevo par.
.
Sería mucho gasto.
.
No tenía dinero.
.
Tenía tarjeta de crédito.
.
Luego cómo pagaría?
.
Encontraría el modo.
.
Decidí buscar y si encontraba algo, ir.
.
La búsqueda frenética comenzó. Fueron dos días de ver tiendas y almacenes, todos los que estaban por mi camino eran examinados, comparados y revisados. Me probé zapatos altos, bajos, de piel, de charol, caros, baratos, negros, rojos, blancos, grises, plateados. Unos me apretaban, otros eran demasiado caros, otros eran incómodos, otros no me iban bien, otros se veían corrientes, otros no había en mi número, otros traían un defecto... al final no distinguía, no quería nada, pero me había obsesionado ya con asistir.
.
Pese a todo, el resultado de la compra fue bueno, me llevé unos zapatos bajos con un taconcito muy fino de charol negro. Un poco caros pero que me servirían para muchas ocasiones, se verían bien con vestido o pantalón y para tocar eran ideales, la altura exacta para que no me estorbaran al accionar el pedal. Se veían bien con mi atuendo y finalmente llegaría esplendorosa al evento.
.
Como casi todos los zapatos nuevos, apretaban un poco en algunas zonas y al llegar ya me habían sacado varias ampollas.
.
Dejé mi mochila en una esquina y tomé mi lugar.
.
Respiré hondo, ya estaba ahí.
.
Miré el programa un poco.
.
Comencé a sentir que me revolvía el estómago una excitación nerviosa pero agradable.
.
Alguien me estaba mirando.
.
La sensación se fue incrementando hasta que sentí mis manos húmedas.
.
Me dolían los pies, se me reventaron las ampollas.
.
Me enderecé un poco.
.
Lo vi...
.
Una punzada agudizó el dolor y sentí los pies húmedos también.
.
Me estaban sangrando.
.
Entonces, lo supe con certeza.
.
Por este día, mi vida quedaría derruida.
.
.
.
Así fue.
.


lunes, noviembre 29, 2010

Zapatos perdidos

Pesadilla tercera.

Me encuentro sola en casa de mis padres, estoy descalza y me decido a practicar un poco el piano antes de subir a descansar, es ya de noche y sé bien que si voy a la habitación a ponerme zapatos me ganará el cansancio y ya no practicaré. Así que aunque el piso de mármol gris está helado, decido quedarme un rato así. El piano se ve particularmente hermoso con unas lamparitas de media luz con forma de quinqué que hay a los lados, es un piano vertical viejo, color caoba, desgastado ya de horas y horas de repetir los mismos pasajes. En la parte superior, hay un Don Quijote de madera que ha sido testigo de todos mis esfuerzos y que incluso los ha padecido estoicamente, pues en pasajes difíciles y fuertes lo he sacudido tanto que su lanza ha tenido que ser parchada en varias ocasiones, cosa que a mi particular manera de ver, le sienta mejor a su carácter de idealista maltrecho.

Él es mi primer compañero fiel, la segunda es Cindy, una séter irlandés que en cuanto oye el primer sonido corre a pararse en dos patas en el descanso de la ventana. No es que le guste como toco, es que siempre tiene la ilusión de que me apiadaré de su dolor y la dejaré entrar a echarse en la alfombra, superficie que aunque esté yo a un lado haciendo ruidos, es más confortable que la manta de su perrera.

Cuando se hubo congregado toda la concurrencia, comencé a estudiar el preludio y fuga en la menor del Clave bien temperado. Las fugas siempre habían sido mi dolor de cabeza y ésta en especial, me sacaba canas. Total que comencé y al poco rato entré en concentración profunda. Depronto, sentí un fuerte tirón en el dedo de en medio de mi pie derecho. Me sobresaltó bastante, pero claro, tenía los pies descalzos sobre el piso helado. Seguí tocando como si nada. Poco después volví a sentir lo mismo pero en el otro pie... Mientras tanto Cindy rasgaba insistentemente la ventana y le ordené que se fuera a dormir. Me ignoró por completo y siguió rasguñando con más fuerza, me enervó un poco pero no hice caso. Seguí tocando y sentí de nuevo un fuerte tirón, pero esta vez me pareció alcanzar a ver de reojo algo blancuzco que salía de abajo del piano. Del brinco que pegué se me cayó Don Quijote encima. Lo puse a un lado, tomé unas respiraciones y reflexioné que no podía haber nada ahí. Algo nerviosa, me propuse tocar una vez mas el preludio y fuga completo, para después irme a descansar y a lavarme los pies con agua caliente. Sin embargo, un poco ciscada volteaba de vez en vez hacia los pedales del piano. De pronto lo vi con toda claridad: de abajo del piano habían salido un par de dedos huesudos para tratar de pellizcarme de nuevo. Sentí un escalofrío recorrer toda mi espina y salté hacia atrás. Con mucho sigilo me eché al piso para ver qué podía ser eso en realidad. Sentía los latidos de mi corazón por todo el cuerpo, especialmente en la garganta. Me acerqué poco a poco tratando de contener la respiración y puse el cachete en el piso para poder observar. Las piernas me temblaban y entonces comencé a ver claramente. Había un hombre acostado en la rendija que quedaba entre el piso y el piano. Totalmente comprimido. Era Juan Sebastián Bach, con peluca y todo, gritándome que dejara de destrozar su obra.
.
.
.
Desde entonces preferí estudiar preludios y fugas de Shostakovich.

sábado, noviembre 27, 2010

zapatos perdidos

Pesadilla segunda.


Estoy en una suite de lujo en un hotel de la ciudad de Durango. Daré un concierto con la orquesta de la ciudad, interpretando el 20 de Mozart. Todo es perfecto, la gran cama con sábanas suaves y almohadones gigantes, mi vestido de seda rojo asimétrico listo para la ocasión, los pendientes de perlas. En mi mente no deja de resonar el segundo movimiento interpretado por Artur Rubinstein, que aunque según muchos no respeta el estilo, me encanta. Con una excitación nerviosa y cosquilleante voy entrando en sueño profundo y la oscuridad es completa. Estoy feliz.
.
Un ligero castañeteo me despierta de pronto, no sé qué es. Aguzo el oído y compruebo que el sonido existe realmente y que poco a poco se va haciendo más claramente audible, mis ojos no distinguen nada en medio de la total oscuridad. El castañeteo aumenta y se multiplica, sí, se escucha de distintas fuentes. No encuentro el interruptor de la luz, pero choco con la lámpara de la mesita junto a la cama. Torpemente logro prenderla, volteo la cabeza y me quedo helada: el piso del cuarto está lleno de alacranes. Todos son rojos y de distintos tamaños, vienen avanzando hacia mí con las colas levantadas. Por si fuera poco, alcanzo a ver que algunos tienen en su cola un cascabel como el de las víboras, que sacuden gustosos anunciando la fatalidad de su ponzoña. Todavía hay algunos huecos libres en el suelo, podría salir corriendo y dando algunos saltos llegaría a la puerta para escapar. Desde la orilla de la cama me estiro todo lo posible para abrir el armario. Miro mi vestido colgando y me paralizo por completo: no hay zapatos.
.
Los olvidé.
.
Mientras tanto han llegado más alacranes y yo no me atrevo a tocar el piso con los pies desnudos.
.
No quedan más huecos.
.
Se me eriza la nuca y transpiro profusamente en frío.
.
Siento su peso liviano sobre mi sábana.
.
.
.
Días después me llamaron de Durango, se canceló el concierto.
.




zapatos perdidos

Pesadilla primera.


El día que realmente perdí los zapatos debí sospechar que sería un muy mal augurio.
.
Esa fue la primera señal.
.
Las premoniciones de los zapatos comenzaron tiempo atrás, cuando era pseudoreclusa en la preparatoria más hostil de mi pueblo. Eso me gané por vivir una adolescencia común en la que la norma es retar y contestar a los mayores. El edificio era siniestro, una construcción hecha a la carrera con tabiques rojos y pisos chuecos, oscura y fría. La única barda que soñábamos poder brincar algún día para escapar, medía por lo menos 4 metros. El dueño de la escuela ofrecía todo, un alto nivel académico, disciplina y rigor, librar a los padres de sus "problemas" el mayor tiempo posible con amplios horarios, asesorías por la tarde, noche, sábados y días festivos. Ofrecía también un ambiente moralmente sano, promesa que él mismo vigilaba todos los viernes a las 7 am, cuando podíamos ir vestidos libremente, regresando a su casa a las muchachas que usaban pantalones que les resaltaran un poco de más las nalgas. Todo esto a cambio de una suficiente suma de dinero que sería indispensable para poder aprobar las materias debidamente. Porque era así, había un número considerable de alumnos con la cabeza bastante hueca, a los que iba pasando siempre con las notas mínimas; pasaban, nunca los echaba, pues cumplían la función primordial de enriquecer a los dueños. Había otro sector de alumnos brillantes, que sacaban premios en concursos estatales y nacionales, a ellos los separaban en grupos de preparación especial pues daban prestigio al recinto. En medio, estábamos todos nosotros, los demás.
.
Me resulta difícil explicar lo presionada y tensa que me sentía al estar ahí, pero recuerdo que justamente lo manifesté por los zapatos.
.
Teníamos examen de álgebra. Debía prepararme para 5 horas de cuentas y cálculos en el lugar más hostil del recinto que llamábamos "la congeladora". Era justamente eso, una especie de corredor enorme, oscuro y techado, donde usualmente se pasaban los recesos y donde nos acomodaban para los exámenes en escritorios suficientemente lejanos unos de otros, se nos revisaba la ropa en busca de acordeones y no podíamos pasar más que con un lápiz y calculadora, si era el caso. Nos vigilaban todos los maestros, junto con "el guardabosques", un personaje como de cuento tétrico, feo, desagradable y cojo, que tenía el poder de arrancarnos el examen al menor intento de comunicación con alguien más.
.
La noche anterior al examen soñé que preparaba meticulosamente todo lo que necesitaba, había estudiado, no tenía dudas. Llegaba a "la congeladora" y recibía el examen. Sentía entonces un escalofrío en los pies y me daba cuenta de que había olvidado los zapatos. El frío horroroso de las 7 am comenzaba a entrarme por los pies, yo trataba de guardarlos bajo la falda larga del uniforme, cruzando las piernas para no helarme, pero era inútil, comenzaba a temblar. Las manos me sudaban en frío y no podía agarrar el lápiz, ni siquiera podía leer los problemas. Llegaba el guardabosques y me preguntaba qué tenía bajo la falda, le decía que mis pies. No me creía, quería que se los enseñara. Yo no quería enseñárselos por pudor, porque no llevaba zapatos, me avergonzaba eso. El hombre encolerizado comenzó a gritar que estaba mintiendo y con un manotazo violento me arrancó el examen, haciéndolo añicos con su zarpa gigantesca.
.
Yo me quedé petrificada.
.
Quería llorar, pero mis ojos estaban congelados.
.
Quería irme, pero no tenía zapatos.
.
.
.
Al día siguiente reprobé el examen.
.



viernes, octubre 01, 2010

permanencia


Oscuridad y silencio,
las luces lejanas en el hueco eterno
de decir buenas noches con el pensamiento.
.
Oraciones diarias
y buenos deseos
tratan de llenar
el hondo vacío de un beso.
.
Se guardan reliquias,
se rehacen fragmentos
y la vida sigue
mientras vivo en tu recuerdo.
.
.

martes, septiembre 14, 2010

mensajes del más allá

Ayer, pasaba por el zócalo y como hipnotizada por los adornos y un sutil aroma a fritanga que llegaba de todas partes terminé en una cenaduría. Dadas mis circunstancias fui a un lugar muy popular y barato, me senté a la mesa y observé que las cinco mesas que estaban a mi alrededor estaban ocupadas solo por una persona, es decir, solitarios golosos como yo. Había tres señoras de mediana edad y dos señores. Cuatro de estas personas tenían su celular a un lado, y como para disimular la falta de compañía de cuando en cuando lo miraban o mandaban algún mensaje o esperaban recibir alguna llamada, yo iba a hacer lo mismo, sacar mi celular y mandar algunos mensajes al más allá. Observando la escena pensé que sería mejor tratar de hablar con alguien de "más acá". Así que me aproximé a la única señora sin celular, la saludé y le pregunté si podía sentarme con ella a cenar... la respuesta fue totalmente inesperada, sin voltearme a ver siquiera me dio una servilleta y me hizo señas de que me fuera.

Así que con el rabo entre las patas me fui a mi mesa solitaria y claro, saqué rápidamente el celular, esperando recibir algún mensaje del más allá, pero no llegó ninguno, así que seguí observando mientras disfrutaba la deliciosa cena, eso sí. Un muchacho tenía de pronto una acalorada plática usando el manos libres, cosa que resulta aún mas bizarra porque parecía un loco demente hablando completamente solo. Yo imaginaba qué pasaría si todos nos sentáramos juntos y platicáramos de cualquier cosa, pensaba que sin duda habría sido más interesante y reconfortante que estar a solas con la soledad. Pero mis fantasías se desvanecieron cuando el acomedido mesero, de impecable guayabera e hijo de la cocinera llevó la cuenta a la señora amargada, triste, reprimida, poco amable, que me echó con tan poco tacto de su mesa. El niño le dijo cuánto era y la señora con sus gestos grotescos lo mandó a volar. Al poco rato regresó el niño con el total escrito en un papel, la señora pagó y le dejó una jugosa propina, me volteó a ver y de alguna forma entendí que me dijo "buenas noches", con una sonrisa y ademanes más bien amables y amistosos... Además de todo debe ser bipolar, pensé, hasta que luego me cayó el veinte de que simplemente no me escuchó, la señora no oía y por eso pidió la cuenta escrita.

Bueno, el final me reconfortó y luego de una buena cena es difícil no creer en el buen corazón de la humanidad.

jueves, agosto 26, 2010

De cifras

Si fuera ahora el color rojo,
estaría en la cabeza del pájaro que me observa
y quizás podría saber qué mira.
.
Podría estar también en su pecho
y sentir su palpitar calmado.
.
Estaría tal vez en el rojo de tu sangre
latiendo dentro de ti al unísono,
quizás así podría algún día descifrarte.
.
Pero, ¿qué haría yo con tus números?

jueves, agosto 12, 2010

Crepúsculo

El pálido viajante de alma adolorida,
llegó por sí exhausto al cerro de magueyes
con extensa sed de sol, de luz, de vida,
ya que el día se marchaba.
.
Subió corriendo hasta la cima
dirigiendo la mirada hacia el poniente
mirando de reojo al astro que volaba hacia otro mundo,
mostrando las últimas briznas de sus cabellos rubios.
.
Aspiró el viajero todo lo que pudo
y por un breve momento conoció la vida,
sin embargo,
el sol se esfumaba ya tras el Nevado de Toluca
quemando el horizonte
y dejando al mundo otra vez
completamente
oscuro.
.

miércoles, agosto 04, 2010

Deja vu

Camino bajo un cielo oscuro que no se decidió a llover,
con la clara certeza de haber sido yo en otro nombre.
.
Lloré mis lágrimas por otros ojos,
canté con el sonido de otras cuerdas,
estuve contenida en otro corazón
y mis caricias las portaban otras manos.
.
No era mi alma reencarnada en otra gente
era yo misma habitando otro recinto.
.
Mis propios sentimientos resguardados,
mis íntimos recuerdos de otro tiempo,
las mismas alegrías de colores
y los sueños constantemente peregrinos.
.
Solamente tenía otro nombre.
.
Me llamaban distinto.
.

jueves, julio 29, 2010

Donosti

Me desbordé.
Dejé escapar hasta los sueños
abiertos como una flor de mayo,
caminando entre jardines secos
y ante las voces necias de los pájaros.
.
Enredada en la cresta de una ola de sonido hueco,
quedé plasmada en las arenas de un misterio
arrebatada por el viento.
.
Ahora, como el mismo mar me he replegado en el silencio,
dejando a las arenas blandas en suspenso
brillando solo con algún destello de sol en los recuerdos
y esperando que el arrullo sordo del mar
las humedezca
de
nuevo.
.

viernes, julio 23, 2010

Temporal

A través de mi ventana contemplo la delgada capa de neblina
que hace parecer blanco al monte de pirámides.
.
La lluvia cae incesantemente
y en el cactus-casa dos petirrojos comparten su alimento,
observo una hoja marchita que cuelga del cable de la luz
como un funambulista de aire incierto.
.
Veo caer las gotas barridas por el viento,
y escucho los múltiples sonidos que producen al chocar en distintas superficies;
las nubes desfilan frente a mí en un infinito blanco,
que matizan borlas grises.
.
Yo no pertenezco a este paisaje,
solo atestiguo su presencia.
Estas nubes que parecen tan efímeras
aparecerán con otras formas cuando alguien más se siente en esta silla.
.
Sin embargo yo,
me habré marchado.
.

viernes, junio 25, 2010

floreros sin flores


Varias veces he comentado cosas sobre mi gran amigo Juantxo Viguria, y es que fue un personaje sin igual en simpatía y carisma, extraordinario conversador de amplia cultura y con toda clase de anécdotas, que si se juntaran todas bastarían para compilar algunos libros. Hoy recuerdo en especial una, en la que luego de escuchar una grabación del tercer concierto para piano de Rachmaninov, interpretado por el pianista y amigo cubano Frank Fernández, en un gesto torero de admiración y respeto fue por un clavel rojo que adornaba su mesa y lo lanzó sobre el tocadiscos seguido de una elegante reverencia. Tiempo después le platicaron a Frank esta historia y quedó profundamente conmovido.

Juantxo tenía además costumbres arraigadas, como la de ir a desayunar todos los miércoles a las 9 am al sanborns de la esquina de su casa, acompañado de su inseparable cuadrilla. Siempre amable, zalamero, con un sinfín de chistes y comentarios alegres, de buen humor y claro está, con sus generosas propinas, supo ganarse el cariño y simpatía de todas las meseras del lugar.

Juantxo murió un martes, el miércoles siguiente sus amigos se reunieron en ese mismo sanborns para de ahí partir al sepelio, lugar que se vistió de luto al enterarse de la triste noticia. Entre lágrimas sinceras y suspiros las meseras juntaron todos los claveles con que suelen adornar las mesas del restaurante, hicieron un buen ramillete y lo entregaron a la cuadrilla para que lo llevaran a su querido amigo y asiduo cliente. Dichos claveles cubrieron el féretro de mi amigo.

Lo que me queda claro, a manera de moraleja es que, se cosechan más claveles con sonrisas y alegría que con una buena versión del Rachmaninov 3.

Yo desde aquí, le aviento otro más al cielo.

sábado, mayo 29, 2010

Tierra


Amanecí con sed de tierra,


de tierra mojada,


de hojarasca.


.


De mis pinos y mis sauces,


lodo negro y pidra roja,


de la piel morena de la sierra.


.


De mangos y melocotones,


arroyos y enredaderas,


del contorno etéreo de los montes.


.


Sed de tierra,


de mi tierra.


.

martes, marzo 09, 2010

border

Amanecí con todas las emociones en la garganta, o quizás en el estómago... En una especie de estado latente en el que no se ha manifestado ninguna, pero todas están prontas a percibir cualquier detonante que las desborde o las haga surgir sin remedio alguno.

Es ese estado indefinido como el que antecede a ciertas lluvias, en el que sin haber caído todavía ninguna gota se ensombrece el ambiente y se carga de una sensación eléctrica, acompañada por un vientecillo presagiante. En el que se oye algún canto de pájaro que vuela a cobijarse en su árbol favorito, mientras a lo lejos se vislumbra la luminiscencia de algún relámpago perdido, seguido por el trueno, que como si fuera el ladrido de un perro pastor, estuviera guiando a muchos otros más hacia el lugar específico de la tormenta.

A veces resulta que que por fin llueve, pero otras, con un cielo gris plomo de fondo surge por algún hueco el arcoiris y la tormenta se dispersa sin que el agua haya llegado a la tierra.

En ese estado me sentía, cualquier palabra podría desencadenar un trueno, una mirada un rayo o una sonrisa el arcoiris. Sé bien que el estómago está conectado con la garganta y la garganta con la boca, y como de la boca salen las palabras yo prefería no hablar, porque además de las palabras sentía que se me podían salir las tripas... y todas mis emociones.

El silencio es un buen dique, pero para los que no tenemos vocación de cartujos y necesitamos verbalizar algo más que monosílabos nos resulta endeble. Cosa que se acentúa si nos vemos en el aprieto de encontrarnos frente a un plato suculento, que por si fuera poco, está conectado directamente con los relámpagos estomacales por medio de la memoria, que en estos casos es una verdadera traidora. Así, una inocente ensalada de escarolas puede convertirse en lágrimas torrenciales, risotadas violentas, carcajadas atronadoras y nostalgias languidescentes. Entonces no queda más que esperar a que poco a poco se debilitan estas fuerzas para quizás, luego del café, entregarnos a una tarde serena y tranquila, en la que simplemente pueda contemplarse con calma a las palomas, que intentan aparearse sin tregua bajo los rayos del sol invernal, en el edificio de enfrente.

miércoles, marzo 03, 2010

para recordar


1.- Juancho y su foto abrazando a miss Irlanda.

2.- Juancho y la tortilla de patatas, ensalada de lechugas y chocolate amargo.

3.- Juancho tocando "A mi manera"

4.- Juancho tocando el acordeón.

5.- Juancho tocando Haendel con armónica y dándome un zape a todo meter.

6.- Juancho y los valses de Brahms.

7.- Juancho y los lieder de Schumnann.

8.- Juancho en Chapultepec.

9.- Juancho y sus artículos.

10.- Juancho y su sonrisa, su necedad y su cariño.


Descansa en paz, mi buen amigo.

martes, enero 26, 2010

soplo

Luego de dejarlo todo, en un intento gastado por encontrar palabras, sonidos y sentido, huyendo a otros idiomas, refugiándome en otros lugares y conociendo distintas soledades, descubro por fin que para escribir un cuento, hacer música o decir te quiero, solamente hay que estar vivo.
.
Vibrantemente vivo.
.

sábado, enero 23, 2010

noticias






Llegaron posibles noticias sobre el paradero del Gallito Botijón. Al parecer es sospechoso de unos crímenes ocurridos en Barcelona… en este momento se investiga la relación entre unas gallinas y unos cadáveres que encontraron por ahí. La hipótesis policial afirma que quizás el Gallito sea el jefe de una banda gallinística de crimen organizado, sin embargo, el Calcetín Errante consiguió ésta fotografía en la que se captó al Gallito Botijón huyendo de las posibles gallinas asesinas.




lunes, enero 18, 2010

Resulta que el Gallito Botijón ha desaparecido.

Nadie sabe a dónde pudo haberse ido luego de que cantara por última vez, con una inusitada fuerza, el primero de enero pasado.
Su asérrimo enemigo, conocido como "el malandrín misterioso", se regodea con descaro por las calles de la ciudad y el enigmático "calcetín errante", ha propuesto una partida para ir en su búsqueda. A mí me entristece su ausencia, por alguna razón, sé que no soportó más y simplemente se fue.

Como siempre sucede, cuando alguien no está, nos vienen a la mente sus recuerdos y sus historias, incluso algunas veces suelen decirse todos sus nombres y, ahora que lo pienso, me doy cuenta que el Gallito Botijón ha tenido todos los nombres, incluyendo quizás, el mío.