Resulta que el Gallito Botijón ha desaparecido.
Nadie sabe a dónde pudo haberse ido luego de que cantara por última vez, con una inusitada fuerza, el primero de enero pasado.
Su asérrimo enemigo, conocido como "el malandrín misterioso", se regodea con descaro por las calles de la ciudad y el enigmático "calcetín errante", ha propuesto una partida para ir en su búsqueda. A mí me entristece su ausencia, por alguna razón, sé que no soportó más y simplemente se fue.
Como siempre sucede, cuando alguien no está, nos vienen a la mente sus recuerdos y sus historias, incluso algunas veces suelen decirse todos sus nombres y, ahora que lo pienso, me doy cuenta que el Gallito Botijón ha tenido todos los nombres, incluyendo quizás, el mío.