martes, noviembre 27, 2007

en la misma hoja



... el nombre de Meche y el mío...
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Doble emoción de un fin de semana enloquecedor.
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domingo, noviembre 25, 2007

una de piratas


Hubo un tiempo, en el que todo se tornó tan negro, que pensé que jamás volvería a ver la luz. Peor aún, constaté cómo esa negrura puede tornarse más profunda, más estrecha y más asfixiante cada vez; sucede que, cuando se piensa que se ha llegado a un límite, este se ensancha: la oscuridad solo termina cuando lo absorve todo, cuando se transforma en muerte.
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Con la vida todavía a medio deshacer naufragué en un mar de silencio y hostilidad. Todavía alcanzaba a ver algunas luces; sin embargo, cuando me les aproximaba éstas se apagaban, menguando así mis fuerzas y confundiendo mi rumbo cada vez más. Un día, por pura casualidad pasé frente a la Nacional de Música y tuve el atinado impulso de inscribirme a la maestría en composición. Desde la primera entrevista, sentí un lazo de afinidad con este personaje que casi ni sabía que existía; sin embargo entré a la cátedra de otra persona, desatinada decisión, que terminó por hundirme en el mar de la desesperación. Lo negro, se tornó más negro. La muerte, el hambre, el dolor, la pérdida; todo giraba a mi alrededor como fieras que quisieran devorarme. El Miedo, la tristeza, el terror, el desánimo... trataba de mantenerme a flote pero a veces las fuerzas no me alcanzaban. Buscaba las luces y éstas se iban, me dejaban sola. Caí en el más profundo silencio, en el absoluto mutismo.
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En medio de tanta turbación una voz insistente de pirata me preguntaba... ¿qué quieres?, ¿qué haces aquí? Presa del terror yo apenas balbuceaba y en silencio le respondía: Solo quiero sobrevivir. Aunque no me oía, parecía entenderlo y quizás por eso nunca dejó de preguntar.
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Por otra parte yo confiaba en ella; su educación, refinamiento, experiencia, juventud y género: Mujer. Mi barca maltrecha se tornó aún más inestable y yo, en afán de conservarla apenas respiraba; esto la impacientó y su constante presión me quitaba aún más las fuerzas; sentía que el agua me llegaba a la naríz, sin embargo, nunca me tapaba, ya que por el otro lado tenía, sin yo saberlo, al pirata sacándola a cubetadas; y seguía preguntando... ¿qué quieres? ¿qué haces aquí? Yo seguía respondiendo en silencio: Solo trato de respirar. A lo que él parecía responderme: Pues respira entonces!.
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Aunque yo seguía inmersa en el mutismo y la inmovilidad, fui ganando poco a poco confianza en este pirata. Un día me dijo: Tenemos ya que investigar qué quieres, qué tienes adentro. Así fue como comencé a hurgar en lo desconocido. Me subí al barco con él y sus secuaces para buscar lo que quería. En mi fantasía descubrimos que quería una flor, y ese mismo día me convirtieron en una. En una orquídia, concretamente. Ese día reí, ese día bocanadas de aire fresco llenaron mis pulmones, ese día pensé que podría estar bien.
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Con estas fuerzas recubrí un poco mi barca, sin embargo, lo peor aún no había sucedido. El pirata enfiló a otros mares y en su ausencia viví más tormentas, más dolores y más ultrajes; pero al fondo de todo yo siempre veía una orquídia y decía: Eso quiero, eso soy. Descubrí que la misoginia más cruel es la que cometen las mismas mujeres y ésta casi me mata. Sin embargo éste pirata ya me había tendido un lazo del que yo estaba agarrada fuertemente y pude, de nuevo salir a flote.
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Hoy, sigo trepada en el barco de estos seres raros, comandado por un pirata de los más locos; un pirata que descubre y no somete, un pirata libertario y valiente que con el mayor descaro te despoja de prejuicios y academias, de tareas y sistemas, para que al verte sin nada en verdad inventes y generes tu propio mundo, tu verdadera identidad. Mi barca ya no existe, pero ya no la necesito; con él he aprendido que es mejor nadar o volar libremente, sin ningún tipo de ataduras.
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El otro día este personaje y sus secuaces contaban chistes de todos colores y en todos los tonos, propios de hombres y de piratas; en medio de carcajadas me pidió una disculpa y me dijo con toda franqueza: "Perdón, pero prefiero perder una alumna a perder un chiste". Entonces caí en la cuenta de que yo era la única mujer ahí presente, lejos de molestarme yo reía de buena gana junto con todos y pensé de nuevo en silencio, pero en su mismo lenguaje: ¡Coño! ¡qué suerte tan puñetera, me he convertido en uno de ellos!...

Segunda crónica de un alucín perpetuo


Niño, deja ya de joder con la pelota
Auditorio nacional, últimos asientos, última fila. Miren, Alejandra, Patrox y yo. Comienzo del viaje.
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Princesa
Auditorio nacional, mitad del teatro. Regalo mal recibido por el cumpleaños de mi madre. Por poco y llegamos a Cuernavaca a las dos de la mañana, entre las sombras de la China.
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golpe a golpe
Zócalo de la ciudad de México. Pegadas al templete de prensa desde las 10 am. Probando sonido con Fangoria. ¡No más feminicidios!
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Es caprichoso el azar
Palacio de Bellas Artes, casi volando junto al águila de la punta. Primer intento: Logró escapar, sin embargo una aparición nos revela el secreto.
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no te busqué, ni me viniste a buscar
Como si tal cosa, luego de esperar horas bajo las miradas inquisidoras de los guardasespaldas de la hija de Fox, y efectivamente, estando no teníamos que estar, lo saludé como si lo conociera de toda la vida... Joan, cómo estás?. Miren se quedó muda, solo extendió las manos y mecánicamente le entregó un árbol de la vida. Nos tomamos la foto. Luego, mi hermana se perdió en los brazos de Morfeo, en un cine cercano al metro Hidalgo.
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aquellas pequeñas cosas
Palacio de Bellas Artes, primeras filas. Merecido premio luego de tantas peripecias en el mismo día.
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el pirata cojo
Como un interludio y por mi buena suerte, a cosa de la mala de Angie, bailamos con Sabina. Auditorio nacional, en el ala derecha.
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dos pájaros de un tiro

Auditorio nacional: Miren, Angie, Saúl, Rodrigo y yo. Los tres primeros hasta abajo, zona preferencial y los dos últimos hasta arriba; cuestión de presupuestos. La combinación mas loca, las mejores canciones. Bromas, risas, filosofías y alucines, la más grande para mí: saber que mi hermana, en esos momentos, era 100% felíz.

viernes, noviembre 09, 2007

Canto de amor para mi taza

Te observo discreta, sutil y reservada
con la risa inquieta, como de calaca.
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(oscuros azules y tu asa ancha)
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28 los días que marcan los meses
al buscar presagios en tu recipiente.
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(chocolate frío o café caliente?)
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El ojo gitano no puede leerte
pues tu y yo sabemos
que taza no eres.
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(Escondes al fondo
secretos sonoros,
brujas y misterios
que resuenan hondo.)
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Te adoro mi taza, te quiero y alabo
pues miro en tu esencia
el sombrero de un mago.
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