martes, octubre 30, 2007

sortilegio para convencer a una hormiga.


Mezclar en un mundo de ensueño
un sauce llorón semiseco
con dos gotas de algún vino añejo,
y el sonido de una sirena de barco.
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Ahumar con neblina
y dejar reposar sobre anhelos.
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Cuando todo esté listo
encuentre una hormiga
y, con el más fino tacto
mas mucha paciencia,
trate de convencerla despacio.
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domingo, octubre 07, 2007

crónica de un alucín perpetuo

Todavía recuerdo mi renuencia a ir al concierto en que cantarían Ana Torroja y Miguel Bosé en la bombonera. Como yo era una música muy snob, me parecía de poco "caché" ir a un evento de ese tipo. Sin embargo, Margarita, mi eterna sonsacadora, a quien debo muchos de los grandes momentos que he tenido en mi vida, me convenció de ir. Y ahí voy, luego de mi profunda clase de piano con Manuel y los elevados conceptos de análisis del profesor Armando, a cruzar la avenida Morelos para ir al conocido estadio. El escenario al centro y las sillas sobre el césped. Margarita y Miriam brillando de emoción y yo, tratando de disimular mi aburrimiento.
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Se encienden las luces y aparece Ana Torroja cantando temas de Mecano, que me gustaban o, digamos que no estaban del todo mal. De pronto hasta se me escapaban algunos tarareos, claro, siempre involuntarios. El show hasta eso que era bueno; de pronto me llama la atención un "bailarín" que apareció por ahí. De inmediato me cautiva su expresión corporal y me quedo perpleja. Cuando lo iluminan del todo resulta ser Miguel Bosé. Ahí estaba yo inmersa en medio de un griterío aturdidor sin poder articular palabra, con la boca abierta, los pensamientos paralizados y el alma siguiendo a aquella "aparición" que cautivó todos mis sentidos. Me sabía y me gustaban algunas de sus canciones, pero luego de aquel día se convirtieron en himnos. Todavía la Márgara me hace burla al acordarse de que, luego de que superé el shock inicial, grité más que todas, brinqué más que todas y bailé hasta el último segundo sobre mi silla.
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De esta historia ya han pasado algunos años y ahora, como en un deja vu, estamos de nuevo Miriam, Magui y yo esperando que comience el concierto de papitour en el auditorio nacional. Igualmente vengo de una clase de elevado análisis composicional del maestro Armando en el Conservatorio Nacional, y de pláticas de "alcurnia" con mi querido Karl; pero esta vez desdeño a la prestigiada Petite Band por 180 minutos de sus 30 años de carrera. No podría caberme más emoción. Sale su banda y yo ya estoy afónica. El escenario es sencillo, solo un juego de luces en el fondo y una tarima como en un segundo piso. Por ahí aparece, de nuevo, todo de negro y posando como los dioses. Todo el auditorio gritando, aplaudiendo, bailando. Canta un popurrí de sus grandes éxitos. Nadie se sienta. Hay señoras de todas las edades, cabellos canos, teñidos, lacios o rizados moviéndose por doquier, todo tipo de zapatos y vestidos, joyas y perfumes, el público es esencialmente femenino, como los primeros vagones del metro en horas pico. Los hombres que hay parecen ir acompañando a sus esposas o novias, no son los más contentos evidentemente. Todas las manos arriba, coreando sus canciones, estoy en medio de un éxtasis emotivo que me saca las lágrimas. Nos saluda y sigue cantando, el clímax llega toreando con Sevilla; me rindo. Lloro de verdad.
Luego relaja un poco con temas más románticos de sus primeros años, también en popurrí. Toda la gente canta. Nos levanta del asiento don diablo y salamandra, pero sobre todo su carisma, la simpatía con la que se ríe, inclusive de sí mismo. Y todo apenas comenzaba... Así fueron 180 minutos, nos cantó todas y a todas. Salí con la sonrisa exhausta de más de dos horas de adrenalina, emoción y felicidad extrema.
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Quiero ir de nuevo. ¿Alguien se apunta?

sábado, octubre 06, 2007

travesìa


A un mago.
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En medio de la algarabìa, me evaporo en una burbuja de silencio.
Como un funambulista camino por la cuerda pendiente de mi propia estrella
hacia un mundo desconocido.
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No sè a donde voy, pero estoy yendo.
Quizàs me rodea la nada, o quizàs sea el universo.
En medio de la oscuridad,
como un murcièlago trato de guiarme por el oìdo.
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Alcanzo a percibir el eco de un sendero que nadie ha transitado todavìa.
Escucho que me llama, que pronuncia mi nombre.
Es mi sendero.
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El silencio a su alrededor me indica la lejanìa de otros trànsitos.
Percibo la soledad en su pureza.
La punta de la cuerda en èl termina.
Miro a mi estrella brillando intensamente...
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Dar marcha atràs es imposible.
El sendero es mi destino...
El sendero soy yo misma.
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miércoles, octubre 03, 2007

Aires de Otoño


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Esta vez Otoño, te tendré cariño.
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Ya te estoy queriendo con tus cielos limpios y tus nubes blancas;
con tu olor a tejocotes, mandarinas y alfeñiques;
con tus rayos de sol oblícuos que hoy, acarician mi espalda desnuda.
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De tus doradas hojas vestiré mi alma,
con ellas confeccionaré un vestido de encajes;
hojas que la cubran,
hojas que la adornen,
hojas que la sanen.
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Acordeones y marimbas son ya ecos del aire
que resuena en mis oídos,
con música de fiesta y sones de alivio.
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Este año no te temo, mi querido Otoño;
muy por el contrario, y pase lo que pase
ahora ya lo sabes:
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Te tendré cariño.