lunes, mayo 28, 2007

cante

... alla Lorca
intento primero.

El malabarista juega
lanzando calabazas.
(indios bailan, indios vuelan)

Se esconde Remedios
y brinca una rana.
(fuente canta, fuente sueña)

En moldes de piedra
se labran manjares,
que saben a pinos,
que saben a niebla.

(Caminante que dejas
tu equipaje en las veredas,
hoy, sin que te dieras cuenta
se te pegaron las estrellas).

martes, mayo 08, 2007

sadness

No es invierno, sin embargo la lluvia y el fresco me recordaron tu alarido y tu llanto. Lo recuerdo claramente como si acabara de escucharlo: desesperado, triste, suplicante.
En este momento lloro: te lloro.
A lo mejor fue que yo estaba bastante mal y lo egocéntrico de mi pena me impidió ver la tuya y me fui sin ti. Te dejé solo y llorando, quizás llorando ya, tu propia muerte. Pensé que era lo mejor, pero eso no te consoló, ni a mi tampoco.
Nos fuimos a la nieve. Ese día no me entusiasmó ni el paisaje, ni los pinos, ni el azul del cielo. Entendí que la belleza no es tan bella si no se comparte con quien uno ama, y tu no estabas conmigo.
Pasaron dos semanas más y tu, por supuesto, me habías perdonado; me mirabas con alegría y serenidad. Ahora sé que esa mirada es la mirada del amor y que pocos espíritus tienen tanta grandeza y libertad para mirar así. El último día del año fue también nuestro último día juntos. En cuanto te vi supe que te ibas, y que ahora yo, me quedaría llorando y sufriendo tu ausencia.
Te acompañé todo el camino y con la voz del pensamiento me despedí mirándote a los ojos, tus ojos amarillos que estaban ya cubiertos por un velo opaco.
Te dije que te fueras.
Te dije cuanto te quería y cuan honrrada me sentía de haber sido tu compañera.
Por un momento pensé que te quedabas, pero cuando volví a voltear ya te habías ido.
Vacío, tristeza, desolación.
Ahora estás cerca del río, bajo los pinos, las estrellas y cerca de aquellos tacos.
Hemos contado todas tus historias y repetido todos tus nombres.
Lloraba y lloro.
Te extraño un chingo, querido Ri.