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Ese instante entre el silencio
y el sonido, cuando el agua
cristalina se evapora.
El calor de la mañana
que se fuga con la tarde,
todo es eco de la nada.
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La presteza de tus labios
las memorias obstinadas,
la tibieza de tu piel
el hechizo de palabras.
Existencia no perenne
solo es eco de la nada.
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Que se crea y se recrea
que se extingue, que se inflama
cada instante peregrino
en cuanto existe se acaba.
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Coda
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Estuviste y ya no estás
(mis manos desvencijadas)
tus ojos cristalizados
(los míos sin tu mirada)
tu cuerpo desvanecido.
Ecos fuimos de la nada.
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Los disecados recuerdos,
tercos sueños de alborada.
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