jueves, abril 03, 2008

Crux

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Sin tener a donde ir,
madrugo andante por las calles de Sevilla en jueves santo.
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Las saetas heladas perforan mi ropaje
y sentada en la banqueta
siento cáscaras de pepitas cayendo desde el cielo.
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Miro pasar imágenes y gitanos enlutados;
trompetas, capuchas y tambores.
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Como un fantasma,
permanezco traspasable e invisible,
inclusive para mí misma
...que ya no sé de dónde vengo ni qué soy...
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Sin embargo y por fortuna,
la señal de mi existencia permanece
colgando de mi cuello.
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