domingo, abril 01, 2007

Andra Mari


Soy Andra Mari.

Soy una diosa, soy la justicia, soy el fuego y la mujer.


Al abrir los ojos oigo el crujir de las rocas, provocado por mi simple parpadeo.

Soy el poder.


De mi depende el rayo, la lluvia y la cosecha. Si me quedo dormida habrá sequía y si reviento las nuves caerán tormentas. Los marineros me temen y los mortales saben que odio las mentiras y las traiciones.

Soy implacable.


Apenas me estiro y la montaña tiembla, las profundas rocas que forman mi morada se quejan con un gran crujido que se prolonga con un rayo. Vivo en la profundidad de las cavernas. La madre Tierra es mi hogar.

Soy la humildad.


Oigo el balido y los pasos firmes de las cabras que disfrutan de la brisa y los rayos salinos del sol que aderezan su pastura. Oigo el ladrido del perro y al pastor que toca el txistu, enmarcados por la música del mar, que refresca mi acantilado con sus olas.

Soy el amor. Soy la naturaleza.


Recorro mis cavernas y me acompaña el suave sonido de las gotas que se filtran por las grietas y las raíces que se expanden pidiéndome lluvia. Convoco a las nubes.
De pronto, oigo a la serpiente.

Soy la pasión.


Todo se obscurece. Las piedras truenan, la montaña cruje, los rayos retumban y la lluvia cae. La serpiente y yo nos encontramos. Juntos desatamos tempestades. Las olas del mar revientan barcos mientras las sirenas cantan hechizos de amor para marinos.

Somos la vida.

Somos la fuerza.

Somos la magia.


En el cielo obscuro resplandecen los relámpagos mientras el viento aúlla doblegando árboles y enmarañando aún mas las nubes que de color negro se vierten con furia sobre la tierra, inhundando, golpeando y sacudiendo lo que encuentran a su paso. Es la sonoridad de nuestro amor, de la combinación de nuestras fuerzas. Con una energía incontenible un rayo poderoso abre la tierra. A través de esta grieta me disparo al infinito con la fuerza de mil explosiones y convertida en fuego.

Soy energía.


Atravieso los cielos.

Soy libertad.

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